divendres, 14 de maig del 2010

Y nos creímos que el Rey estaba en un hospital público

La monarquía está instalada en España de forma definitiva tanto a nivel social y político como mediático. El republicanismo, por su parte, está llegando a unos niveles residuales inimaginables al principio de la democracia. Y estos días hemos contemplado un nuevo ejemplo. Todos los medios de comunicación estatales de referencia han aplaudido que la operación a la que fue sometido el monarca recientemente haya tenido lugar en un hospital público de Barcelona.
Recuerdo que al saltar la noticia, algunos conocidos míos ya se extrañaron de que no estuviese ingresado en una privada. Quizás la información tenía truco. No, quizás no. Tenía truco. Quien no se lo calló fue el diario Levante-EMV, que informó -aunque sin firma de periodista pero de forma valiente- de que Juan Carlos I en realidad estaba en Barnaclinic, una entidad privada instalada en el Hospital Clínic. El Rey fue operado con medios públicos pero tuvo la atención de una clínica privada. De hecho, esta empresa está denunciada por los sindicatos por las dudas que genera que médicos pertenecientes a la sanidad pública atiendan a pacientes de forma privada en unas instalaciones con material pagado por el erario público, siempre según los denunciantes. También se hicieron eco de la noticia ElConfidencial.com y Media.cat.
Y el resto de periodistas, ¿no se hicieron la misma pregunta mientras Zapatero y Montilla no paraban de presumir de la sanidad pública? Puede que algunos sí, de hecho hubo quien lo mencionó de pasada en el texto, pero en todo caso la mayoría seguramente ni se planteó explicar el tema a los jefes. Porque en relación con las noticias sobre la Casa del Rey, existe en España un manto impermeable de buenismo y simpatía por decreto que lo cubre todo sin dejar transpirar ni un halo de crítica. No se pone en duda nada de los comunicados que ofrece la Casa Real. Está claro que a nivel de reputación la monarquía es la marca más valiosa en el estado. Porque no sufre grietas de ningún tipo y si las hay, entrometerse resulta casi imposible.
En mi opinión la noticia en sí tiene mucho alcance, al margen de la cuestión del Rey, ya que está demostrando dos de las claves de la sanidad actual: en primer lugar, los profesionales de la pública son los mejores y, segundamente, los centros públicos no cuentan con recursos suficientes. Pero cuando la fuente de información es tan poderosa, la resistencia anida muchas veces en subterfugios de buscadores de Internet.

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